La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.

4 de octubre de 2012

Welcome to Malta!

     Si algo me fascina realmente de viajar y conocer nuevos lugares, es el hecho de poder descubrir las curiosidades de cada uno de los países que visito. Y en esta ocasión, dado que mi estancia en Malta ha sido larga, he tenido tiempo suficiente para conocer las peculiaridades de este país que tanto me ha sorprendido.
 
CIRCULACIÓN
 
 
     Uno de los mayores peligros de Malta es la escasez de pasos de peatones, de modo que si quieres cruzar al otro lado de la calle debes hacerlo, normalmente, por mitad de la carretera. Por si esto no fuese suficiente, hay que añadir el hecho de que en Malta, por influencia británica, se conduce por la izquierda, con la peculiaridad de que aquí nunca encontrarás pintado en el suelo "LOOK RIGHT". Sin duda, dos palabras que podrían ahorrarte más de un susto.
     Por eso, cada vez que te dispones a cruzar y consigues armarte de valor suficiente para poner un pie en el asfalto, sabes que con ello estás arriesgando tu vida.
    
 
     Todos sabemos que existen puntos negros en las carreteras en los que se producen mayor número de accidentes. Pues bien, en Malta han tenido la brillante idea de permitir que calles con poca visibilidad y de un único carril, sean de doble sentido.
     Pero eso sí, al menos han tenido el detalle de colocar la señal en el punto exacto donde se producen los choques entre vehículos.
 
 
     Quizá en otro lugar esta señal tendría sentido, pero en Malta resulta de lo más surrealista. Yo siempre había creído que existían límites de velocidad y países en los que se conducía por la derecha y otros en los que se hacía por la izquierda. Nada más lejos de la realidad, en Malta, aunque existen líneas para separar los carriles, los malteses conducen por el centro y a una velocidad tremendamente alta.
     Pero curiosamente, durante todo el tiempo que estuve viviendo en la isla, salvo sonoros frenazos, nunca vi accidente alguno.
 
 
     Siempre me ha gustado desplazarme por un país haciendo uso del transporte público, pero en esta ocasión hice una pequeña excepción. No quería marcharme de Malta sin intentar conducir con el volante al otro lado, así que me armé de valor, me abroché fuertamente el cinturón y me lancé a la aventura.
     Resulta complicadísimo cambiar las marchas con la mano izquierda las primeras veces, pues por costumbre quieres hacerlo con la derecha y te encuentras en mitad de una carretera, haciendo caravana y acariciando la puerta. Del mismo modo, es probable que cuando quieras poner el intermitente acabes haciendo uso del limpiaparabrisas dejando atónito al conductor que tienes enfrente.
     Para mi sorpresa, y siendo la primera vez que conducía en estas condiciones, no lo hice demasiado mal, pues salvo subirme en un bordillo al girar una calle con malísima visibilidad y en plena noche, no tuve ningún otro percance.
 
CARTELES 
 
 
     Posiblemente el más repetido de todos los carteles que puedes encontrar en Malta sea éste: "CAUTION SLIPPERY". Normalmente se encuentra colocado al borde del mar, dado que la superficie es tremendamente resbaladiza, pero lo cierto es que todo el país lo es y llevar flip-flops se convierte en un auténtico peligro especialmente en las rampas. 
     Resulta habitual ver gente resbalar al ir caminando por la calle e incluso en ocasiones, caer al suelo. Entre ellas me incluyo yo, que aunque nunca llegué a caerme, en muchas ocasiones estuve realmente a puntito.
 
 
     Por si eso no fuese suficiente, los extremos de las calles tienen una pequeña inclinación y están construídos con un material idóneo para garantizar que te resbales. Para mayor mofa, pintada en el suelo encuentras la palabra "GO" incitando a la caída. Sinceramente, cuando estás a punto de caerte con la expresión de susto dibujada en tu cara y lees eso, no tienes más remedio que reírte.
     Pero eso no es todo, pues en más de una ocasión mientras vas caminando por la calle puedes llegar a embadurnarte de cemento tras pisar una rachola recién colocada porque alguien tuvo la brillante idea de no poner un letrero o señal de aviso.
 
 
     Acostumbrada a vivir en una gran ciudad en la que debes desplazarte en tren porque las distancias entre pueblos y ciudades son enormes para recorrerlas a pie, me resultó curioso que en Malta, pusieran carteles para delimitar los barrios que puedes recorrer en apenas diez minutos.
     Poco después entendí, que lo que para nosotros son pequeñas barriadas y diminutas calas, para ellos son grandes ciudades y enormes playas, y que aquí, todo es proporcional al tamaño de la isla.
 
    
     Podrá Malta carecer de pasos de cebra, alcantarillado, agua potable y tener edificios a punto de derrumbarse, pero sin embargo, hay cámaras de vigilancia colocadas en la mayoría de lugares y wifi gratuito en cualquier punto del país.
     Aunque siempre puedes colocar el ordenador en la ventana de la habitación y conectarte a la red de algún vecino.
 

     Mención aparte merecen las garrafales faltas de ortografía que puedes encontrar siempre en los carteles donde aparece la versión castellana. Al leerlos compruebas que no se molestaron lo más mínimo en revisar la traducción.

 
     Malta es un país católico y por esa razón no existen playas nudistas e incluso hacer topless está prohibido. El aborto es también ilegal en este país. 
     Personalmente no tuve ningún problema en este aspecto, salvo en una ocasión en que no pude entrar en la Catedral de La Valeta para hacer unas fotos, porque llevaba una camiseta de tirantes y era obligatorio, para acceder, tener los hombros cubiertos.
 
 
     En Malta aunque has de pagar para visitar los museos y sitios de interés, en muchas ocasiones desde la calle puedes ver lo mismo sin comprar entrada porque no hay muros, sino verjas. Además, incluso en algunos museos puedes pasearte por el recinto sin pagar entrada ya que nadie controla los accesos.
     No deja de ser surrealista que controlando tan poco la entrada a estos lugares, te prohíban sacar fotos colocando un simple cartel.
 

     No hay nada mejor que llegar a la playa dispuesto a darte un baño para refrescarte y visualizar este cartel donde te queda clara constancia de la fauna submarina maltesa que puedes encontrar si decides meterte en el agua.
 

     Cuando te encuentras perdido en mitad de un país que no conoces y encuentras una señal que dice "DIVERSION" una sonrisa se dibuja en tu cara y automáticamente sigues la dirección de la flecha creyendo que acabas de encontrar el camino correcto.
     Lo que no llegas a sospechar ni por un momento es que esta palabra en inglés quiere decir "DESVÍO" y que dentro de diez minutos te vas a encontrar en mitad de la nada, completamente desorientado y sin saber dónde te encuentras.

ALIMENTACIÓN
 
 
     A la hora de hacer la compra hay que tener en cuenta que Malta al ser una isla tan pequeña importa la mayoría de sus productos, siendo sus precios más elevados y que a causa de las altas temperaturas que se alcanzan en el país, los alimentos se ponen malos incluso antes de la fecha de caducidad.
     Además, las bolsas de plástico cuestan cincuenta céntimos cada una. Por estas razones resulta habitual que todos aquellos que llegamos a la isla con intención de vivir en ella durante meses intentemos ahorrar lo máximo posible, cocinando a base de pasta y arroz, dejando la carne para ocasiones excepcionales, y almacenando bolsas en casa. Eso sí, cuando las compras son para subsistir durante semanas, se llega a utilizar la maleta como carrito de compra.
     Lo cierto es que en Malta a causa de la alimentación y del tremendo calor que impide que dejes de sudar durante todo el día, la mayoría de gente pierde peso. Sin ir más lejos yo llegué a la isla con 44 kilos y regresé pesando 42 kilillos.
     
 
     Comer en restaurantes no es caro en Malta y además, sirven grandes raciones de comida. Lo más sorprendente es que si no la terminas, lo cual suele ser muy habitual, los camareros te ponen para llevar en pequeñas bandejas o cajas de cartón todo lo que te sobró. Personalmente repetí infinidad de veces la frase "TO TAKE AWAY, PLEASE".
    El plato típico maltés es el conejo y acompañado de un buen vino blanco es un auténtico deleite. Eso sí, si tú intención es pedir una botella de vino, ten la certeza de que tu acompañante beberá más de un vaso, pues de lo contrario, al igual que yo, saldrás doblado del restaurante.

TARJETAS
 


     Si tienes intención de quedarte una larga temporada en Malta es recomendable apuntarse en el ETC (Employment Training Centre), equivalente al Servicio Público de Empleo Estatal. Cada semana has de ir a fichar a la oficina correspondiente, en ocasiones a las ocho de la mañana, y tan sólo has de colocar el dedo índice en una máquina para que reconozca tus huellas. El edificio está apunto de venirse abajo y el empleo con titulación es escaso, pero la tecnología es de última generación.


 
     También es recomendable sacarse la IDENTITY CARD equivalente a nuestro D.N.I. y que te permite tener descuentos en el transporte público. Lo característico de esta tarjeta es que puedes solicitarla sin más, sin requisitos ni condiciones y encima, es gratuita. Y aunque ponga claramente que no es válida para viajar, sí lo es.
 
OTRAS CURIOSIDADES
 
 
     En Malta amanece a las cinco de la mañana. Esto no sería ningún inconveniente si los pisos tuvieran persianas, pero resulta que la gran mayoría carecen de ellas y encima, aunque las ventanas tienen cortinas, éstas suelen ser blancas y finísimas. En definitiva, aquí a las siete de la mañana estás en pie.
 
 
     Es cierto que el único transporte público que existe en Malta es el autobús, pero con él tienes acceso a la mayoría de lugares del país pues el servicio es fantástico. Lo más sorprendente es el precio del billete, cuesta 2.60 Euros, si tienes Identity Card tan sólo 1.50 Euros, y el billete es válido para todo el día. Puedes bajar y subir del autobús cuantas veces quieras, de hecho, yo hice ruta turística por el país con un simple billete de autobús urbano.
      Curiosa es la diferencia de colores de los billetes. El color verde es característico de la isla de Malta y el rojo se utiliza en la isla de Gozo, eso quiere decir, que aunque compres un billete en Malta si ese mismo día viajas a Gozo, tendrás que pagar un nuevo billete al llegar allí.
      En cuanto al ferry, comunica la isla de Malta con la de Gozo en un trayecto de apenas treinta minutos. Cuesta tan sólo 4 Euros y el billete tiene validez de un año.
 

     Ver gente paseando un perro es realmente raro en Malta, sin embargo el país está lleno de gatos enormes. Esto se debe al hecho de que hace años, Malta sufrió una plaga de ratas y actualmente la gente, para prevenir una catástrofe similar, deja comida en las calles para alimentar a estos felinos. De hecho les preparan incluso casetas para que puedan resguardarse del frío y de la lluvia. Personalmente, creo que con lo gordos que están, si volviese a producirse una plaga similar, serían incapaces de perseguir a un ratón.
 

     Una foto vale más que cualquier comentario que pueda hacer al respecto. Efectivamente, en Malta se siguen usando las bombonas de butano para cocinar. Y aunque suelen durar aproximadamente un mes, el gran problema llega cuando te quedas sin gas y quieres cambiar la bombona, pues pesan una auténtica barbaridad.
     Conseguir un buen cargamento de bombonas no es nada complicado, pues cada mañana el hombre del butano recorre las calles con su peculiar y reconocible sonido.
 

     Sorprendente resulta el servicio postal maltés, sobre todo cuando descubres al intentar colocar el sello que éstos son de los antiguos, es decir de los que debes chupar para conseguir pegarlos, y que has de poner varios dependiendo de la distancia a la que se encuentre el país de destino.
     Además, el servicio de "CORREO CERTIFICADO", que fue el que yo solicité por seguridad, en Malta no existe, así que todo aquello que envías es mediante servicio "ORDINARIO", sin código de seguimiento y sin posibilidad de encontrar tu paquete si se extravía.
     Debo decir que siendo habitual en mí utilizar los servicios de Correos y conociendo su funcionamiento, atónita me quedé cuando recibí la noticia de que mis cartas habían llegado en apenas cuatro días y en perfectas condiciones, y todo ello sin certificación y desde un país extranjero.


     En cualquier estanco de Malta puedes encontrar los periódicos más conocidos de la mayoría de países europeos, pero curiosamente todos tienen un precio razonable excepto EL PAÍS que cuesta, nada más y nada menos que, 2.50 Euros y eso que en la esquina superior izquierda pone claramente "imprimido en Malta".
      Dado que durante algunos días no dispuse de internet acabé por comprarlo en varias ocasiones para no estar desinformada, pero sinceramente me costó pagar ese precio tan desorbitado por un periódico que ya costando en Barcelona 1.50 Euros me parece caro.


     Si viajas a Malta y no te constipas algo falla, pues con los cambios de temperatura es imposible que no lo hagas. Es prácticamente imposible no constiparse cuando pasas en cuestión de segundos de estar helado por culpa del aire acondicionado del autobús a recibir una ola de calor de 45ºC al bajar de él, cuando duermes con el ventilador a toda velocidad porque el calor te impide conciliar el sueño o cuando sales del agua y tu piel se seca en un instante pero el bañador se mantiene mojado durante horas por culpa de la humedad.
      Pero la auténtica odisea llega cuando quieres ir al médico o a la farmacia para que te receten algo y te das cuenta que en las clases de inglés nunca te enseñaron a decir "ME DUELE AL TRAGAR", "TENGO LA NARIZ TAPONADA" y "CREO QUE TENGO FIEBRE".
 
 
     Una de las cosas que más me fascinó de Malta es la gran cantidad de celebraciones que hacen durante el año. Cada semana es la festividad de una ciudad distinta y adornan las calles con estandartes y hay fuegos artificiales.
     Lo más hermoso de estas fiestas es la iluminación de las iglesias. Todas las fachadas están llenas de bombillas de colores, de aquellas redondas y antiguas que ya están en desuso, y las encienden en ocasiones especiales iluminando las ciudades de una bellísima forma.


     Si hay algo que realmente echo en falta de Malta es el pub irlandés en el que solía permanecer horas y en el que pasé fantásticos momentos. Llegué a él por azar pues mi intención era únicamente conocer gente para practicar inglés, sin embargo, decidí quedarme cuando sin apenas conocerme me dijeron: "You're not alone, we're your family here".
     Sin duda, los recuerdos más agradables que tengo de este lugar son las noches que permanecíamos dentro una vez cerrado el pub, cuando ellos ya no eran camareros agobiados por el trabajo, sino irlandeses e ingleses disfrutando de una cerveza y de una entretenida conversación.
     En todos los países que he visitado he conocido siempre, gente amabilísima, pero tan sólo en Malta llegué a sentirme realmente en casa, tan sólo aquí descubrí que puedes viajar sin compañía y sin embargo, no sentirte nunca solo.


     Aunque resulte extraño debo decir que viajé a Malta sin llevarme ningún libro. Estaba tan decidida a mejorar mi inglés que consideré mala influencia leer en castellano. Pero lo cierto es que no pude estar demasiado tiempo sin un libro y finalmente una mañana, me fui a La Valeta en busca de alguna librería de segunda mano.
     Encontré una en la Old Bakery Street y cuando llevaba cinco minutos curioseando el dueño me preguntó para mi sorpresa, "Are you looking for classics really?". Cuando me giré me sonrió y me dijo mientras encendía la luz de la planta de arriba, "Go upstairs and take your time exploring the place".
     Subiendo unas estrechas escaleras llegué al piso de arriba, era una habitación con infinidad de estanterías que llegaban hasta el techo y todas ellas estaban repletas de libros. No recuerdo cuánto tiempo estuve en aquel lugar exactamente, charlando con aquel hombre que tan sólo mirándome sabía qué estaba buscando, pero sé, que fueron horas y que regresé en varias ocasiones.
 

     Mención especial merecen los enchufes malteses. En este país cualquier cable tiene tres patas planas, siendo la tercera de ellas un mecanismo de seguridad, ya que al presionar la ranura vertical se abren las compuertas de las dos ranuras horizontales que son las que conducen la electricidad.
     Por si esto no fuese suficiente, hay que pulsar el botoncito de la derecha para que la electricidad se active. Eso conlleva que en muchas ocasiones, te vayas de casa pensando que dejaste el celular o el portátil cargando y cuando regresas te das cuenta de que te olvidaste de apretar el botón y que por tanto, siguen descargados. Por esa razón acabas optando por dejar encendidos todos los botoncitos del piso mandando al carajo este segundo mecanismo de seguridad.
     Debo decir que haciendo uso del tapón del boli bic para abrir la ranura superior, pueden utilizarse sin problema los cables españoles de dos patas, pero de todos modos siempre puedes comprar un adaptador.
     El único gran inconveniente es que por alguna razón que todavía no logro entender, en Malta, los baños no tienen enchufes lo cual implica que secarse el pelo se convierte en una auténtica odisea y aquello de conectar el calefactor en invierno es totalmente impensable.


     En ningún país había visto trabajar tan poco a la policía como en Malta. Los cuarteles suelen estar llenos de policías tomando el fresco en las ventanas o sino, con gran facilidad puedes encontrártelos en un pub tomando cervezas. La situación más surrealista que viví fue cuando acompañé a unas muchachas francesas a denunciar un robo.
     Resulta que aquella mañana había ido a la playa pues descubrí que cerca del mar mi constipado mejoraba y me sentía mucho mejor. Mientras estaba allí sentada, vi pasar a un hombre cuyo aspecto me resultó extraño, pero no le di mayor importancia. Al cabo de unos minutos tres chicas empezaban a chillar entre lágrimas que alguien les había robado. Automáticamente recordé al hombre que había pasado hacía poco rato y me dirigí a ellas para acompañarlas a la policía y describir al sospechoso. Lo que no me imaginaba es que fueran francesas y que su nivel de inglés fuese tan desastroso. Pero para algo tenía que servirme mi curso de francés, así que, no sin un poco de vergüenza me lancé a explicarme en este idioma y para mi sorpresa, lo hice realmente bien.
     Tras llegar a la policía y describir al hombre lo mejor que pude mientras ellos hacían bromas, me dijeron que en los cuarteles malteses no hay fotos de sospechosos para ser reconocidos, y que si volvía a verle me pusiera en contacto con ellos, pues no tenían intención de hacer nada al respecto.
     Yo llegué a Malta para mejor mi inglés y sin embargo, mis clases de francés me han servido en infinidad de ocasiones en este país, pues he podido comunicarme en este idioma sin problemas.

 
     Una de las cosas que más me llamó la atención de Malta fue el sol. Hacía muchísimos años que no alcanzaba un tono de moreno como el que allí conseguí, de hecho, cada día aumentaba un poquitín el color de mi piel. Pero sin duda lo más sorprendente fue que icluso sin utilizar protección solar, ni siquiera me quemé.
     Recuerdo que los primeros días mis vecinos me miraban con recelo, pues lo cierto es que los malteses están hartos de ver turistas que tan sólo permanecen en la isla por un breve período de tiempo. Sin embargo, algunas semanas después, cuando me veían madrugar y hacer la compra con habitualidad se volvieron mucho más cercanos y fue así como descubrí que los malteses son amabilísimos.
     Lo más curioso que me pasó durante mi estancia en Malta fue que todo nativo del lugar me hablaba directamente en italiano, pues por lo que todo el mundo me dijo, resulta que mi aspecto físico es muy romano.

 
     Resulta curioso cuanto menos, que en un país tan chiquitín como es Malta se encuentre la segunda fábrica de Playmobil más grande del mundo. La visita a esta factoría dura aproximadamente 45 minutos y puedes ver cómo se fabrican estos muñecos.
     Como recuerdo del lugar se le permite a cada turista montar un Playmobil. Lo divertido es ver como cada turista intenta meterse disimuladamente en los bolsillos la mayor cantidad de piezas posibles para montar Playmobils al salir de la fábrica. Sin ir más lejos, yo acabé llevándome cuatro.

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