La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.

19 de mayo de 2012

De Lausane a Montreux

     Nuestro viaje estaba a punto de terminar, y no queríamos irnos sin haber visto antes el Lago Lemán. De manera que aquella mañana, fuimos a la estación de tren a sacar los billetes, para visitar dos ciudades que se encuentran a orillas de este gran lago, Lausane y Montreux.

     Tras un trayecto que duró más de cuarenta minutos, llegamos a la estación de Lausane, y desde allí nos dirigimos al muelle. Algo característico de esta ciudad es que está construida sobre tres colinas y por ello la mayoría de sus calles tienen un gran desnivel. Junto al lago, se encuentran el Castillo de Ouch, un bonito paseo y el embarcadero. Desde allí puede disfrutarse de unas espectaculares vistas del Lago Lemán.

Castillo de Ouchy.



Paseo junto al lago.

Lago Lemán.

     Desde el embarcadero puede tomarse un barco para llegar a Montreux, nosotros, como aquel día estaba bastante nublado, decidimos coger el tren.
     Esta preciosa ciudad se encuentra situada en una bahía, cercada por viñedos y por los Alpes. Un largo paseo lleno de flores bordea el lago y conduce hasta uno de los castillos más bonitos de Suiza, el Castillo de Chillon.

Paseo de Montreux junto al Lago Lemán.


Freddie Mercury vivió en esta ciudad durante los últimos años de su vida.







     Esta fortaleza medieval e imponente, alzada en un islote rocoso a orillas del lago, está tan bien conservada que tienes la sensación de viajar en el tiempo. Situado en un lugar excepcional, ha conseguido cautivar, no solamente a turistas, sino también a poetas de todo el mundo.

El Castillo de Chillon desde una pequeña cala.


Entrada al Castillo.


Plaza principal del Castillo.




Vistas desde una de las salas.


Vistas de Montreux desde una de las torres.



Muelle junto al Castillo.

     Durante un buen rato nos sentamos al borde del lago, en unas rocas que se adentraban en él y disfrutamos de las hermosas vistas que ofrecía aquel lugar. Después emprendimos el camino de regreso, por el mismo paseo, para llegar a la estación.

Resultaba difícil no girarse constantemente para contemplar tan hermoso paisaje.

Parque cerca de la estación de tren.


Desde el tren.



     Una vez en Friburgo fuimos a cenar y después, con gran tristeza, preparamos nuestras maletas, pues al día siguiente, nuestro viaje, llegaría a su fin.

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